O como Robert Smithson escribe en “Un recorrido por los monumentos de Passaic, Nueva Jersey”: “En realidad, el centro de Passaic no era un centro, sino un abismo típico o un vacío ordinario (…) que yo sepa, ese suburbio sin imaginación podría haber sido una eternidad burda, una copia barata de la Ciudad de los Inmortales. (…) Todo lo que había en el lugar quedaba envuelto en insipidez y repleto de coches brillantes esparcidos (…) En cualquier momento, mis pies tenderían a no concretar el terreno de cartón.”
R.Smithson se viste de turista con cámara de fotos y se compra un billete de autobús para recorrer las 10 millas (unos 16 km) que separan Nueva York de Passaic. En la contraportada del libro se lee: “El viaje de Smithson interpreta las instalaciones industriales devastadas en términos estéticos, como ruinas capaces de alcanzar la inmortalidad del monumento, como memoria de un paisaje industrial agotado y antrópico. Con este texto se inaugura una nueva manera de entender lo pintoresco, apuntando a un cambio sustancial en la sensibilidad de la tradición paisajística norteamericana”
Podría parecer que R. Smithson está buscando un sucedáneo de las ciudades eternas en un suburbio de Nueva Jersey o, volviendo al texto de Félix de Azúa: “Algunos autores, casi todos norteamericanos, consideran que el siglo XX ha continuado creando habitabilidad y que ésta no es una mera excrecencia funcional y económica, crecida fatalmente y sin intervención de la libertad y de la creatividad, sino que posee la misma dignidad y fortaleza simbólica que la arquitectura de antaño.”
Pero la operación que realiza Smithson es más compleja: “El autobús pasó por encima del primer monumento. Tiré del cordón de aviso y me apeé en la esquina de Union Avenue con River Drive. El monumento era un puente sobre el río Passaic, el cual conectaba el condado de Bergen con el de Passaic. El sol del mediodía daba carácter cinematográfico al lugar, convirtiendo el puente y el río en una imagen sobreexpuesta. Fotografiarlo con mi Instamatic 400 fue como fotografiar una fotografía. El sol se convirtió en una monstruosa bombilla que proyectaba una serie separada de “fotogramas” hacia mis ojos a través de mi Instamatic. Cuando atravesé el puente, era como si caminara sobre una fotografía enorme hecha de madera y acero y, debajo, el río existía como una película enorme que no mostraba más que una imagen continua en blanco.”
En realidad R. Smithson escenifica a la perfección la reflexión de B. Colomina: “Does the photographic transformation of architecture do no more than present it in a new vision, o is there a deeper transformation, a sort of conceptual agreement between the space this architecture comprehends and the one implicit in photography? (…) Photography shares with the railway an “ignorance” of place, and this has on the objects shot by the camera an effect similar to that of the railway on the points it reaches: it deprives them of their quality as things.”
Aunque al final de su texto va más allá…: “Me gustaría demostrar ahora la irreversibilidad de la eternidad usando un experimento vacuo para la verificación de la entropía. Imaginemos el cajón de arena divido por la mitad, con arena negra en un lado y blanca en el otro. Cogemos un niño y hacemos que corra cientos de veces en el sentido de las agujas del reloj por el cajón, hasta que la arena se mezcle y comience a ponerse gris; después hacemos que corra en el sentido contrario al de las agujas del reloj, pero el resultado no será la restauración de la división original, sino un mayor grado de grisura y un aumento de la entropía. Si filmáramos tal experimento, podríamos probar la reversibilidad de la eternidad mostrando la película al revés, pero entonces, tarde o temprano, la misma película se desmoronaría o se perdería y entraría en un estado de irreversibilidad. (…)”
No conocía el experimento del cajón, muy sugerente.
ResponderEliminarSí, aunque un poco infanticida...
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